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Familia y TDAH

El concepto y las funciones de la familia han estado históricamente en cambio permanente. Adaptándose progresivamente a las nuevas situaciones y retos que la sociedad ha ido planteando en el transcurso de los siglos. Como han sido y son los cambios demográficos, económicos, sociales y culturales.

La familia sigue teniendo un gran valor en sí misma y seguirá desempeñando importantes funciones en la vida de las personas, como institución social que es.

Una de las funciones más importantes es la educadora, como primer agente socializador de los hijos.

Para poder desarrollar adecuadamente sus funciones, los padres necesitan información y formación previa. Los padres tienen que estar permanentemente involucrados en el proceso de formación de sus hijos.

Existen variables de crianza, que incluyen una disciplina consistente  y respetuosa, con mucho control externo de la conducta del niño a lo largo de  todo su desarrollo.

La disciplina entendida como un entorno ordenado y predecible, con horarios y rutinas, normas y límites claros (pero flexibles) y consecuencias consistentes en caso de transgredirlas, proporciona seguridad al niño. Adicionalmente, le permite manejarse mejor, ya que es conocida la falta de autocontrol  de las conductas y los problemas para planificar y ordenar su entorno que tienen estos niños. El contexto ordenado, afectuoso, amable, pero firme,  es una variable clave.

                          TDAH FAMILIA

Intervención temprana significa disminuir el impacto que tiene para el niño y su familia el ser distinto. El TDAH, de no ser detectado a tiempo  y no ser manejado adecuadamente, presenta el riesgo adicional de funcionar como bola de nieve, sumando efectos negativos derivados de diferentes facetas del cuadro.

La familia puede representar un factor protector para posibles dificultades de aprendizaje en el niño, pero también puede ser un factor de interferencia para el aprendizaje del niño. Cuando se evalúa al niño que consulta por mal rendimiento, se debe contextualizar la evaluación no solamente de acuerdo a su  etapa evolutiva, sino también, de acuerdo a la etapa evolutiva de la familia, a su contexto sociocultural, a su funcionalidad o disfuncionalidad.

Los padres cuyos intereses y preocupaciones están determinados por trabajos absorbentes, interfieren negativamente en el desarrollo de estos niños. Si el niño es muy capaz, es probable que esa situación no le afecte y por el contrario, incluso  estimule su autonomía, pero si es el caso que el niño requiere apoyo adicional para rendir de acuerdo a lo que se espera de él y no lo encuentra  en sus padres, esta situación  marcará el comienzo de  dificultades escolares, fracasos, etc.

El  rendimiento escolar,  junto con la  opinión de los padres y adultos significativos, constituyen  los factores más decisivos en la conformación de la autoestima del niño, por lo que  la que la focalización en el rendimiento, puede ser vivenciada por el niño de manera muy negativa, más aún si todas las expectativas  se relacionan en el éxito escolar.

La comunicación permanente con el colegio y los acuerdos que se logren en cuanto a normas mínimas de disciplina y convivencia potenciará los esfuerzos de cada uno. Estos niños tienen pocas destrezas y habilidades para detectar claves sociales finas que les indiquen qué hacer y qué no hacer en diferentes contextos. La uniformidad en las reglas y las consecuencias de transgredirlas, produce un efecto muy positivo en el desempeño social del niño.

La imagen de una familia estable, que protege pero a la vez fomenta la autonomía,  constituye una base a partir de la cual el niño y más tarde el adolescente y el adulto joven se aventura en exploraciones del medio ambiente cada vez más amplias.  La inestabilidad en la familia, causará, consecuentemente, inhibición en todos los procesos involucrados en el buen rendimiento escolar. (Gorostegui, 2006).

En adolescentes, relación cercana y positiva con adultos significativos, representa un factor protector importante. Puede tratarse de profesores, padres, hermanos mayores. Si este factor es importante en cualquier adolescente, lo es más en el caso del TDAH.

Es conveniente que los integrantes de la familia compartan sus experiencias, fortalezas y carencias con grupos de familias que viven situaciones similares al contar con miembros con TDAH, debido a que, al escuchar a otras personas, es posible identificarse, pertenecer, resignificar y abordar el trastorno familiar de manera diferente y más funcional.

Dentro de cada familia, dependiendo el número de integrantes, la edad, el género y las situaciones específicas, suele ser frecuente que los hijos desconozcan qué le sucede al integrante con TDAH; por lo tanto, perciben las relaciones padres-hijos como injustas, carentes de amor y con preferencias para quien tiene el trastorno. Al igual, suelen sentir vergüenza de su propia familia y niegan la existencia de que exista un problema.

Considerar la comunicación como el recurso más importante que existe en las familias, sobre todo cuando de TDAH se trata, tiene su razón de ser con base en los siguientes aspectos:

  • Es a través de la comunicación que se enseña y se aprende. Por lo tanto, los hábitos, actitudes, creencias, valores, normas, estrategias, etc., necesitan de una comunicación adecuada para tener éxito en su enseñanza y aprendizaje.
  • Es a través de la comunicación familiar que los padres conocen, comprenden y saben qué les sucede a los hijos; a la vez, los hijos entienden la situación y las condiciones en que los padres se encuentran.
  • Es el lenguaje como medio de comunicación el que orienta a las personas y permite seleccionar aquella información relevante para la actividad a realizar (atención). Esto es, por medio del lenguaje se facilita la atención voluntaria, a través de su primer eslabón, la orientación. Por ejemplo, decir: ¡Es hora de hacer la tarea!; o ¡trae tu mochila a la mesa.
  • Por lo tanto, también a través del lenguaje del padre, los hijos se orientan y seleccionan aquello que hay que observar de sí mismos y los demás. Por ejemplo: ¡Tú hermano es caso perdido nunca va a aprender y tú sigues el mismo camino!
  • Al mismo tiempo, es importante interpretar y dar significado a las situaciones y condiciones cotidianas. Por ejemplo: ¡Si no te invitaron a la fiesta es porque no les importas, ni modo!
  • La comunicación de los padres, a través del lenguaje, es el camino que enseña el lenguaje interno a los hijos, esto es, el diálogo interno, lo que se dicen a sí mismos. Por ejemplo: ¡Soy como mi hermano, un caso perdido!

Por lo tanto, la comunicación adecuada es el recurso más necesario y elemental para establecer cualquier tipo de aprendizaje, enseñanza, habilidad, y para establecer cualquier tipo de norma familiar y estrategia que se quiera utilizar, sin importar la edad de los hijos, el número de miembros de la familia, las condiciones específicas de pareja o las relaciones particulares que se establecen en cada sistema.

Lo anterior, de ninguna manera quiere decir que sólo hay que señalar los triunfos y elogiarlos a cada instante y momento. Por el contrario, se afirma la necesidad de que se utilice adecuadamente el recurso familiar de "cómo te veo lo comunico y cómo me ves me veo". Por lo tanto, resulta importante ver a los hijos con aquellos recursos, habilidades, actitudes que se encuentran presente en ellos, de igual manera que observar aquellas conductas o hábitos que tienen que modificarse para lograr una mejor adaptación.

Recuerde que cada familia tiene siempre sus propios recursos (que indudablemente existen) y que, de una u otra forma, han beneficiado a cada uno de sus integrantes; cada uno de esos recursos únicos, incomparables e irrepetibles se pueden utilizar en forma consciente para beneficio del integrante o integrantes con TDAH.

 

Bibliografía:

O`Regan, F. (2002). How to teach and manage children with ADHD. United Kingdom: LDA.

Vallés, A. (1998a). Las dificultades de aprendizaje por déficits de la atención. Dificultades de aprendizaje e intervención psicopedagógica (pp. 395-433) Valencia: Promolibro.

 

 

 
 
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