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Dificultades en las habilidades sociales en niños con TDAH.

El comportamiento social de un niño es de vital importancia en su desarrollo. La forma en que se relaciona con los compañeros y con los adultos de su entorno va a determinar, en gran medida, el nivel de desarrollo social que va a tener en los diferentes ámbitos en los que se desarrolle de adulto: familiar, escolar, social, deportivo, de pareja, etc.

Decimos que un niño tiene unas buenas relaciones sociales, cuando su repertorio de comportamientos tanto verbales como no verbales, influyen en las respuestas que obtienen de sus interlocutores en un contexto interpersonal. Evidentemente, el niño con habilidades sociales es capaz de modificar ese repertorio en función del tipo de ambiente en el que se desarrolle. Por ejemplo, no será igual el comportamiento verbal y no verbal que presente en el parque con sus compañeros que el que tenga en una cena formal con la familia.

Las habilidades sociales son adquiridas, se aprenden, ya sea a través de la observación de as personas del entorno, la imitación de sus mayores, el famoso ensayo y error, etc. En el proceso de aprendizaje es indiscutible la importancia que tiene que el niño capte las señales del ambiente en el que está y se adapte a ellas.

                        TDAH DIFICULTADES HABILIDADES SOCIALES

 

Las deficiencias en atención y en los procesos cognitivos en los niños con TDAH, impiden la correcta comprensión de las señales o indicadores claves para el correcto desarrollo de las interacciones sociales y el conocimiento de las reglas que regulan estas interacciones.

Además, como ya sabemos, tienen dificultades para controlar sus impulsos, para seguir las normas establecidas, en ocasiones dan respuestas poco adecuadas, no controlan sus movimientos, etc. y todo ello mezclado con un bajo control de las emociones puede provocar unas habilidades sociales de base.

Evidentemente, el grueso del problema radica en las dificultades que presentan a la hora de llevar a cabo el proceso cognitivo previo a la actuación, ajustarse a la situación y plantearse un objetivo adecuado a la misma.

Estas dificultades provocan situaciones conflictivas, lo que desencadena en rechazo social, principalmente de sus iguales (no cuentan con el niño en actividades grupales, es elegido el último al hacer grupos, etc) y percepciones más negativas de los adultos con los que se relaciona. Algunas de las causas que provocan el rechazo de sus compañeros son:

  • Su exceso de actividad motriz, que interfiere en el desarrollo de las actividades de los demás.
  • La falta de inhibición les lleva a realizar comportamientos inadecuados, generalmente exagerados o fuera de contexto.
  • La falta de control motor se confunde con brusquedad.
  • Son valorados como incontrolables o incluso violentos debido a la frecuencia con que tienen accidentes o problemas.
  • Sus emociones suelen ser desajustadas y extremas.

Todo ello tiene como consecuencia que sean considerados personas torpes, agresivas, desafiantes, malos estudiantes, desafiantes, incontrolables, mal educados, etc. Además:

  • Son rechazados por su grupo de iguales ya que no comprenden su forma de actuar ni que es algo involuntario y muy complicado de controlar para el niño con TDAH.
  • Puede incluso producirse un aislamiento voluntario por parte del niño con TDAH, al sentirse rechazado por los compañeros.
  • Pueden desarrollarse altos niveles de baja autoestima, pobre autoconcepto, tics, bajo estado de ánimo, etc.

Por ello, es importante que conozcamos que pautas y estrategias tenemos a nuestro alcance para mejorar sus habilidades sociales. Principalmente reside en el entrenamiento de estas, donde se potencien las conductas sociales adecuadas como pedir ayuda, reconocer las dificultades propias, admitir los errores, saber demostrar sus sentimientos, hacer favores, etc.

También es importante que le ayudemos a reflexionar y a analizar las situaciones, entrenándole en la técnica de resolución de problemas, ofrecerle alternativas adecuadas a sus conductas inadecuadas, mediar en la medida de lo posible ante sus conflictos, actuar como modelo en la resolución de problemas, integrarlo en dinámicas grupales o debates sobre situaciones conflictivas y resolución de problemas interpersonales.

Por último, debemos centrarnos en evitar el autoconcepto negativo: no etiquetarle negativamente, permitirle explicarse cuando esté involucrado en un accidente o altercado con otra persona, perdonarle sus errores y buscar sus puntos fuerte y destacarlos potenciando ese rol dentro del grupo.


Rocío Meca Martínez

Maestra Especialista en Pedagogía Terapéutica en Fundación CADAH. 


Bibliografía.

Bonet, T., Soriano, Y., Solano, C. Aprendiendo con los niños hiperactivos. Un reto educativo. Thomson. 2008.

 

 
 
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