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Información sobre el TDA - TDAH o Déficit de Atención con/sin hiperactividad en la Fundación CADAH
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TDAH y desinformación

Desinformar, según la Real Academia Española es: dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines. También hace referencia a una información incompleta.

Según Josue Ramón Álvarez, en su columna del Heraldo titulada `El poder de la desinformación` En esta segunda década del S. XXI más que en cualquier otro tiempo se tiene un alto índice de acceso a la información, y a la vez aumentando la posibilidad de producir esta misma, gracias, sobre todo a las redes sociales, llamadas por algunos el quinto poder. Lo que es una maravilla, pues generan espacios de expresión y conocimientos necesarios para el constructo de una sociedad fortalecida.`

También comenta que es importante tener cuidado con el tipo de información que se está recibiendo, manipulando y compartiendo, pues se puede sembrar en el colectivo de una sociedad una idea totalmente distorsionada de los hechos acontecidos en una comunidad, cuidad, país, incluso en el mundo. Contribuyendo esto último en muy poco a la resolución de problemas, y es que la desinformación no hace más que agudizarlos. Una mala información siempre falta a la verdad, y es la verdad la única que genera vías de acceso para solucionar los conflictos de una sociedad.

          

El TDAH es uno de esos colectivos que no escapan a este fenómeno de la desinformación, siendo el principal bastión de la misma el cuestionamiento continuo sobre su existencia.

El TDAH existe o el TDAH no existe. Algunos sectores de la sociedad, queremos pensar que más bien por ignorancia del trastorno en sí, de sus características, de las tremendas consecuencias por una falta de tratamiento adecuado y precoz, y de su historia, presentan aún dudas al respecto. Dudas, que lo único que crean es un retraso en la concienciación de la sociedad hacia el trastorno, llevando a muchos niños a una intervención tardía o a privarles de un tratamiento, que no tiene por qué ser exclusivamente farmacológico, para la necesaria mejoría en sus síntomas.

La controversia en torno al TDAH mantiene dividida, sin sentido, a la comunidad científica, aunque la corriente más contraria sea una pequeña parte de esta comunidad. Esta corriente argumenta que hay una falta de evidencia científica en torno a "su diagnóstico", (no a "su existencia") y que hay falta de unificación criterios y herramientas fiables para realizarlo. Otro de los puntos de controversia es el tratamiento farmacológico en el que se pone en duda su eficacia y seguridad, alegando que presentan sólo cierta eficacia en síntomas a corto plazo y recomendando se empleen sólo de forma excepcional. Tampoco niegan radicalmente su uso. En definitiva, en todas sus argumentaciones no encontramos que rechacen categóricamente la existencia del trastorno.

No negamos que existan malos diagnósticos de TDAH, y los hay más frecuentemente de lo deseado. En muchas ocasiones se realiza un diagnóstico sin tener en cuenta los estilos educativos, familiares, los trastornos de aprendizaje u otros trastornos, que provocan síntomas que fácilmente se pueden confundir con los del TDAH. Tanto los sistemas de salud públicos como los educativos tienen infinidad de carencias que suelen determinar un diagnóstico precipitado y erróneo. Falta de preparación y de recursos en éstos ámbitos son, a nuestro entender, los causantes de éstos errores.

Igualmente no negamos que el tratamiento farmacológico sea prescrito en muchas ocasiones con ligereza, es más, entendemos que antes de prescribirlo habría que hacer un estudio a fondo del origen de las causas de los síntomas, analizando los mencionados estilos educativos, familiares y sociales del posible afectado. Pero volvemos a lo mismo, hay una falta considerable de preparación y de recursos en éstos ámbitos. En el caso de la salud pública, por ejemplo, media hora de consulta al mes no es suficiente para determinar un buen diagnóstico, ni para realizar un buen tratamiento y su evolución.

Luchar contra la desinformación es otra de las responsabilidades de todos aquellos que trabajamos, tenemos familiares o estamos en el entorno del TDAH, ya que creer o no creer en el TDAH no es una cuestión de fe, sino más bien de hacer un esfuerzo en informarse y formarse para entender una REALIDAD.

 
 
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