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Comorbilidad entre depresión y TDAH

La depresión también muestra una fuerte comorbilidad con el TDAH y, a pesar de que prácticamente todos los estudios que han abordado el problema ponen en evidencia la asociación, difieren mucho en cuanto a los porcentajes de coincidencia entre ambos trastornos.

Una vez más, las cifras vienen determinadas por la metodología de estudio utilizada. De todos modos, diversos estudios coinciden en señalar que alrededor del 30% de los niños con TDAH tienen asociado algún trastorno afectivo (depresión mayor, trastorno bipolar o trastorno distímico). Es obvio que estas cifras disminuyen mucho cuando el estudio se realiza entre pacientes obtenidos de muestras poblacionales, en lugar de utilizar los niños que acuden a la consulta.

                                           Comorbilidad entre depresión y trastornos de conducta

Se debe hacer notar que no es raro que algunos síntomas depresivos pasen desapercibidos por los padres, y únicamente puedan evidenciarse a partir de la entrevista individual con el niño. Los padres pueden ser muy conscientes de la falta de concentración, la impulsividad y los trastornos de conducta, pero pueden tener poco conocimiento sobre los sentimientos de culpa y los problemas del sueño.

Los aspectos depresivos que más se suelen apreciar en niños con TDAH son la falta de autoestima, el estado de ánimo irritable, falta de energía, somatizaciones y problemas del sueño. También debe hacerse notar que algún síntoma relacionado con la dificultad para concentrarse es propio tanto del TDAH como del trastorno depresivo.

No parece que las características y la evolución de la depresión en niños con TDAH difieran de la depresión en niños sin TDAH.

Tampoco se ha evidenciado que el riesgo de suicidio sea mayor en niños con TDAH y depresión, que en aquellos que únicamente tienen depresión; pero, si al TDAH y la depresión se añade una personalidad impulsiva-agresiva, entonces el riesgo de suicidio aumenta significativamente.

DETECCIÓN Y PREVENCIÓN

Siempre que se habla de un trastorno de la infancia se debería investigar e informarse acerca de cómo se realizaría una detección precoz del problema, para no dejar pasar los primeros estadios de este, y la importancia de prevenirlos en la medida de lo posible.

Se habla de detección precoz cuando, como resultado de la actividad profesional tanto pediátrica como pedagógica, se puede intuir la inminente aparición de un cuadro psicopatológico, general o específico, y se adoptan las medidas iniciales para detectar y derivar a un especialista, la aparición de dicho episodio psicopatológico (agudo o duradero en el tiempo).

Pero existe otro modo de detectar cualquier tipo de trastorno en la infancia, es cuando un adulto de su entorno sospecha que algo no marcha bien y entonces es remitido a un profesional (pediatra, psicólogo, psiquiatra?). Por ello es importante que las personas que tratan al niño a diario, tengan una información suficiente que les permita llevar a cabo esta primera detección.

La información es el medio óptimo para una buena toma de decisiones y estar en un justo término medio que permita alarmarse por lo importante y desatender lo irrelevante.

Lo que se va a analizar a continuación son las conductas que pueden representar una señal de alarma de depresión y a las que hay que atender.

Cuando empieza la depresión en un niño, suele advertirse un cambio, un antes y un después que resulta chocante si se atiende suficientemente, pero no siempre resulta evidente, sobre todo si el cambio se da de manera paulatina. Para proporcionar una guía observable se van a indicar a continuación una serie de cambios esperables en un niño que ha desarrollado una depresión. Los cambios más frecuentes son:

a) Cambio de forma de ser:

  • Un niño que previamente era alegre, se vuelve apagado, taciturno, triste y malhumorado.
  • Un niño que era seguro de sí mismo se vuelve inseguro.
  • Un niño que era sociable y disfrutaba del juego se vuelve insociable y prefiere estar y jugar solo.
  • Un niño que era cariñoso se vuelve huraño.
  • Un niño que era manejable y obediente se vuelve difícil.

b) Cambio en funciones corporales:

  • Pasa a dormir más, menos o más irregularmente que antes.
  • Pasa a comer mucho más o mucho menos que antes.
  • Se queja más que antes de dolores o problemas corporales.
  • Se siente más cansado que antes.
  • Cambia sensiblemente de peso.

c) Cambio en funciones mentales:

  • Se olvida de las cosas más que antes.
  • Tiene muchos más problemas para concentrarse en lo que hace.
  • Desciende su rendimiento escolar.

No tienen porque darse todas estas conductas, es más, rara vez se dan en su totalidad, pero para que se pueda hablar propiamente de una depresión, cómo ya se ha comentado, es imprescindible que la tristeza y la falta de disfrute estén presentes. Tenemos que tener presente que en niños se suele dar muchas veces la irritabilidad en forma de tristeza.

La detección precoz del problema y la rápida búsqueda de ayuda profesional, son los mejores predictores de una rápida solución a un problema como es la depresión infantil. Si los padres detectan síntomas de depresión en su hijo, deben acudir lo más rápidamente posible en busca de ayuda profesional.

Fuente: www.medicablogs.diariomedico.com 

 
 
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