El trastorno disocial y su relación con el TDAH
Los trastornos disruptivos en la adolescencia son una de las situaciones más preocupantes para padres, profesores y profesionales de la salud mental. Estos chicos/as presentan cuadros conductuales que necesitan apoyo médico y apoyo psicopedagógico y/o psicoterapéutico.
Según el manual de diagnóstico DSM-IV-TR (APA, 2002) el trastorno disocial está considerado como un trastorno grave de conducta.
Se caracteriza por un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que se violan los derechos básicos de los otros o importantes normas sociales adecuadas a la edad del sujeto. Comportamientos cualitativos y cuantitativos que van mucho más allá de la simple "maldad infantil" o la "rebeldía adolescente". Por lo general, implica la participación consciente por parte del individuo en actos que involucran un conflicto con la normativa social o con los códigos de convivencia implícitos en las relaciones en sociedad.
Estas manifestaciones suelen ir unidas a una serie de situaciones familiares, sociales, escolares que influyen tanto en su origen como en su mantenimiento.
Los comportamientos típicos del trastorno disocial:
Además de la presencia de estos síntomas, el trastorno disocial provoca un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral.
El trastorno disocial SÓLO se puede diagnosticar hasta los 18 años, si el individuo/a tiene 18 años o más, entonces estaríamos ante un caso de trastorno antisocial de la personalidad.
Es importante atender a la edad de inicio del trastorno, si aparece en la infancia o en la adolescencia. Cuanto más tempranamente se produce la presencia de síntomas, más severo es el trastorno, pero por los adolescentes tienden a cometer conductas y comportamientos de mayor riesgo y por tanto la gravedad y el riesgo en los afectados es mayor, por lo que la supervisión y el control sobre ellos debe ser mucho mayor.
Relación entre TDAH y Trastorno disocial
Una gran cantidad de las conductas que aparecen en la etapa de la adolescencia en los afectados con TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) no difieren en demasía de las que muchos adolescentes mantienen en el camino hacia una búsqueda de su identidad, para la cual, la oposición a las normas sociales, constituye una prueba de los límites del individuo en la construcción y reafirmación de su personalidad.
En los adolescentes con TDAH, el propio trastorno impulsa, en ocasiones, la aparición de conductas problema debido a la presencia y la intensidad de síntomas como la impulsividad, pobre control inhibitorio o a falta de reflexibilidad sobre la propia conducta, catalizadores todos ellos de comportamientos problemáticos en situaciones de riesgo.
Cuando los adolescentes con TDAH presentan además asociado un cuadro o un diagnóstico de trastorno disocial, la probabilidad de presentar además otros problemas de conducta, accidentes de tráfico, problemas afectivos, rechazo social y problemas académicos como absentismo escolar o muy bajo rendimiento académico, se incrementan exponencialmente aumentando los riesgos y limitando la efectividad de las intervenciones.
En estos casos la situación se agrava debido a la existencia previa en estos jóvenes de una personalidad disocial o un trastorno disocial de base. La comorbilidad de ambos trastornos supone por tanto, la manifestación de acciones más graves como conductas agresivas o delictivas, las cuales suponen un deterioro y un perjuicio grave y significativo para ellos mismos y su entorno, pudiendo incluso aparecer problemas con la justicia.
Las intervenciones con estos niños/a o adolecentes, especialmente aquellos donde existe la presencia de un trastorno disocial asociado, requieren de mayor supervisión y control.
Los ejes terapéuticos principales para estos casos deben ser diseñados en base a las siguientes estrategias terapéuticas:
En el caso de detectar en los hogares o en las escuelas, que nuestro hijo/a o alumno/s con TDAH empiezan a manifestar conductas disruptivas que empiezan a suponer un grave deterioro de las normas y las relaciones sociales, es fundamental acudir lo antes posible a un especialista, quien pueda valorar la existencia de rasgos de carácter altamente disruptivos o personalidad disocial.
Fundación CADAH (2010).
BIBLIOGRAFÍA
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