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Información sobre el TDA - TDAH o Déficit de Atención con/sin hiperactividad en la Fundación CADAH
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TDAH y separación de los padres

El lugar donde se recoge el mayor impacto del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) de los hijos es, la familia. Esto se debe a que los comportamientos disfuncionales del hijo/a afectan directamente al clima familiar. 
Convivir con un niño/a con TDAH que manifiesta problemas de comportamiento y de rendimiento escolar no es una tarea sencilla, y ésta se complica aún más cuando el niño/a alcanza la adolescencia.

Sin la ayuda de un profesional que ayude a los padres a enfocar y encaminar el caso y dotarles de estrategias de comunicación y manejo en el hogar, la situación puede llegar a deteriorar gravemente el vínculo afectivo de la pareja.

                               TDAH Y DIVORCIO

Primera dificultad como padres de un niño/a con TDAH: Ponerse de acuerdo

El tratamiento del TDAH en la infancia pasa por aumentar el grado de la autonomía de los pequeños, aprender a gestionar las emociones negativas (especialmente la frustración), interiorizar y esforzarse por cumplir las reglas de convivencia y aumentar el esfuerzo sobre las tareas difíciles. Todos estos objetivos terapéuticos requieren de la implicación activa de los padres para su logro, pero por encima de todo; de la colaboración y acuerdo mutuo entre ambos. 

Las distintas posturas de los padres sobre la naturaleza del problema, el reparto de tareas y horarios, la visión de futuro...hacen que cada progenitor enfoque la situación de una manera y dé prioridad a unas cosas u otras (los estudios vs. el comportamiento, el comportamiento social vs. los resultados académicos, la implicación familiar vs. el tratamiento farmacológico, etc.)

Con frecuencia es la madre, quien pasa más tiempo con el hijo/a, y se involucra más en conseguir los objetivos (hacer la tarea, las horas de la comidas, contacto con el centro escolar, acudir al centro médico…) soportando más tensión emocional, pero al tiempo siendo capaz de valora más positivamente los logros alcanzados tras el esfuerzo. Por el contrario, los padres tienden a convivir menos con los hijos durante el día (a menudo, por motivos de trabajo) y desarrollan una visión más sesgada de la realidad; a veces minimizando los problemas, y otras, magnificándolos.

 

Plantearse tirar o no tirar la toalla

Esta diferencias en la implicación personal y la concepción del problema aumentan a medida que las dificultades diarias y las riñas de pareja también lo hacen, como consecuencia de los conflictos diarios por el incumplimiento de las normas y límites, la toma de decisiones en cuanto a que posturas adoptar, la excesiva necesidad de supervisión de las acciones del niño/a y las expectativas no cumplidas.
En otros casos esta situación se ve aún más contaminada por la aparición de patologías psiquiátricas en los padres (como cuadros depresivos o ansiosos) o debido al diagnóstico o presencia de síntomas de TDAH en un progenitor, lo que involuntariamente multiplica por dos el problema.

La decisión de los padres de tomar caminos separados a menudo supone un salvoconducto a la situación familiar, pero un gran reto para el éxito en el tratamiento.

 

Tras la separación.. ¿Cómo sobrellevar la situación?

  • No culparse por haber tomado esa decisión. Es natural que un clima familiar negativo debilite la paciencia de los padres y agrave los problemas. Tomar caminos diferentes puede ser la salida más beneficiosa para todas las partes.
  • Explicar al hijo/a la nueva dinámica de la familia respondiendo a todas las preguntas y dudas que le puedan surgir, minimizando los miedos y las preocupaciones.
  • Si el niño/a ha conseguido adquirir rutinas y alcanzar un equilibro en los horarios y las tareas, evitar alterar en lo posible esos hábitos conseguidos por tener que convivir ahora en dos hogares.
  • No permitir que los conflictos propios de la pareja afecten a las decisiones relacionadas con el hijo/a, atendiendo cuidadosamente a lo qué se dice y cómo se dice delante de éste/a.
  • Acudir juntos a las reuniones en el centro educativo con el profesorado y mantenerse informados mutuamente de la situación escolar del hijo/a, por si resultara necesario requerir ayuda o apoyos externos, plantearse un cambio de colegio, o tomar decisión sobre la promoción escolar del alumno/a.
  • Acordar conjuntamente las actividades extraescolares y el plan de las vacaciones, buscando la coherencia y la adecuación para estás según las condiciones del niño/a.
  • Acudir conjuntamente a las sesiones o reuniones con el profesional médico-clínico responsable del caso del hijo/a acordó mutuamente las decisiones clínicas (medicación sí o no, cambio de profesional, acudir a un especialista, naturaleza del tratamiento, etc.)
  • Buscar apoyo terapéutico si los progenitores no saben gestionar emocionalmente la separación o son incapaces de sobrellevar con éxito la nueva situación y las nuevas responsabilidades por separado.
  • Involucrar a las personas nuevas que convivan en los hogares de los progenitores (abuelos, tíos, nuevas parejas…) de la situación del niño/a, su tratamiento y la asunción de su rol como agente de intervención.

 

                                                                  Sara Ortega Tapia, Neuropsicóloga de Fundación CADAH (2016). 

 

 
 
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